lunes, 29 de agosto de 2016

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Cuando me vaya, cuando me aleje
porque ya ha dado la hora
en que tenga que quitarme las sandalias
que oprimen mis pies
y caminar descalza,
léeme todos los libros
que me quedaron pendientes
para que no tenga la obligación
de regresar para terminarlos,
cuéntame todas esas historias
como se le explica un cuento
al niño que está a punto de cerrar los ojos.
Cuando me vaya, cuando me marche
probablemente antes de que tú te liberes
de tu propias cadenas,
léeme todos esos versos que dejé a medias
para no volver a ulularlos en la noche
y atemorizar a las estrellas.
Cuando me vaya, cuando esta salud
que siempre ha pretendido asestar
el golpe de gracia en el alma
salga victoriosa de su lucha,
no dejes que el fuego y la ceniza
se lleven las hojas de mi árbol.
Atesora cada palabra en los labios,
en las manos, en los ojos,
paladea cada letra como un manjar exquisito
porque en cada sonido
podrás hallarme latiendo
como si nunca hubiese volado.

viernes, 26 de agosto de 2016

En un mundo justo

Si todos tenemos que poseer lo mismo,
doy mi porcentaje de renovación de ropa
en favor de los libros.
La ropa encogerá, me quedará grande,
corta, larga, dejará de gustarme...
pero no los libros.
Ellos siempre saben cómo ajustarse
al talle de mi mano
y al brillo de mis ojos.

Miedos

Las leyendas urbanas son jinetes
que se escapan entre los labios
de febriles cuentacuentos
que no quieren sino hacer de tu piel
una alfombra de alambres.
Siempre me tapé los oídos
cuando alguien decidía que era hora
de atemorizar a los amigos;
cerré los ojos cuando la televisión,
amparada en la noche,
mostraba pesadillas que mi cabeza reduplicaba
como una campana de pensamientos temibles
y me tapé los labios
cuando creía sucumbir a la tentación
de pronunciar nombres
que derivasen en latidos exaltados.
Sin embargo,
si alguien pudo aterrorizarme
esa era la imagen del espejo,
real o irreal, en tinieblas o a plena luz,
esa otra Alicia siempre se mostró malvada,
demasiado inteligente para que la bondad saliera de su boca
y cada noche sé que me aguarda,
esperando un descuido,
para devorarme y hacer pasar por cierta
la copia.

Carrera al pasado

Aquellos veranos en los que nada,
salvo el tiempo inclemente,
pasaba entre las horas y los días,
o entre las páginas de algún libro
que atesoraba entre mis manos
como el mayor de los tesoros
han regresado.
Hoy el tedio, la enfermedad que invade a mi tiempo,
vuelve con la fuerza de los veranos sin prisa,
de las tardes y las noches leyendo y releyendo
por afición y por pesar.
Que siempre fui una criatura triste
que adolecía de la hirsuta alegría
o de la repentina nostalgia
es algo que siempre supe
y procuré calmar al monstruo
aplacando sus conocimientos.
Hoy, saciada de la fruta del Árbol de la Ciencia,
no observo el camino
sino con la mirada del que sabe que nada espera,
o la melancolía de quien quiere alzar los brazos y elevarse
y no puede dar un paso en soledad.
Hoy mis monstruos se han hecho fuertes,
y aunque el gran demonio sigue cerrado tras la convicción,
cada día la sangre se escapa,
me hace más débil
y hoy, a mis veintiocho años, pienso:
¿quién movería montañas
sólo por verme?

jueves, 4 de agosto de 2016

Miss Trueno 89

Escuchando: "Miss Trueno 89" de Ángel Stánich

Ya llevamos una legislatura
de esta andanza
cuyos comienzos nos reescribimos
-como poetas que somos
nos gusta dibujarnos los caminos
en las palmas de las manos
y recorrernos la piel
con lápices invisibles-,
una legislatura de lluvias y primaveras,
como todas las que merecen la pena.

Yo seré tus pies en tierra
cuando a ti se te lleve el aire,
tú serás mi bote salvavidas
cuando me aneguen las aguas.

A veces demasiado iguales
como la otra cara que responde ante el espejo
y otras tan distintos que no nos reconocemos
hasta que nos arrojamos a los ojos del otro.

Una legislatura que empezó rodando,
sin quererlo,
como si llevásemos toda la vida jugando
a esto de querernos.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Un paquete de ideas

Dame un paquete de ideas,
cómpramelo,
una bolsa llena de ideas
ordenadas o revueltas,
ideas alegres y tristes,
curiosas, mordaces.
Dame un paquete de ideas
que ya me encargaré yo de dispersarlas
como quien siembra trigo
en la superficie amable de las eras,
y de regarlas y cuidarlas para que crezcan
en mi mente,
y en la tuya, y en la tuya, y en la tuya...
Dame un paquete de ideas
que hoy me he despertado con la cabeza silbando
melodías que danzan solas
y quiero que este sonido no termine nunca,
incluso cuando se convierta en silencio
bailarán mis pies descalzos sobre las piedras.
Dame un paquete de ideas,
que son volátiles
y nos elevarán sobre los pesares
como si nunca hubiesen existido.